“Mi temor es que nosotros, en el mundo del arte no estemos abordando de manera constante y apasionada ese viejo trabajo tradicional del arte: reconciliarnos con la vida.” Robert Adams
MAÑANA ES OTRA VIDA
Yo tenía apenas 6 años cuando emigré del país que me vio nacer. Mis padres buscaban un futuro mejor para nuestra familia. Por eso, antes de elegir el destino final, mi padre viajó solo desde nuestro país natal a Nueva York, para asegurarse que la ciudad cumpliese con las expectativas de los sueños familiares. Mientras, mi madre se quedó en el hogar cuidando de sus hijos pequeños, afrontando la realidad hasta su regreso.
En este viaje, mi padre sacaba fotografías de los monumentos más emblemáticos de cada lugar que visitaba. Una vez regresase del viaje, el objetivo último de estas fotografías era que mi madre se hiciera una idea de cómo sería vivir allí. La promesa de una vida mejor se mostraba a través de grandes arquitecturas, que eran una demostración del inmenso “poderío” del país que visitaba. No estamos hablando solamente de las típicas fotografías de viaje que se asemejan a las postales que sirven para constatar que “yo estuve allí”, aquí estamos tratando de cómo esa idea se expande hasta el punto de alcanzar la posibilidad de construir una vida a través de ellas.
Han pasado 20 años de aquellas instantáneas.
Finalmente no acabamos viviendo en Nueva York, pero la posibilidad de habitar en esas fotografías, y esa forma estereotipada de entender el mundo, me hizo reflexionar:
¿Cómo sería si ahora fuese yo quien tomara esas fotografías, mostrando el lugar donde terminamos viviendo?
¿Cómo es “el hogar” que mi padre registró y cómo es nuestro hogar, ahora que yo puedo retratarlo? ¿Qué pasaría si fuese él quien ahora habitase en mi realidad, en mi manera de ver, por tanto, en mi ideología y en mis emociones?
Todas estas preguntas conviven en este trabajo fotográfico, donde la amalgama de sentimientos produce un nuevo un lugar donde habitar; mi sitio, mi hogar, mis fotografías.
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